Descansa la Patrona dos noches en el templo de Ntra. Sra. de la Candelaria, y sale en tres ocasiones, dos para procesionar por el Valle y en la madrugada de su partida para subir Jinama camino de San Andrés, 28 años han pasado desde que las visitas se hicieron regulares a esta zona de El Hierro.
Es la mañana de la Fiesta de El Golfo para el futuro, para los más pequeños, suya es la Madre Amada, y suya la responsabilidad de la primera salida, corta, pero emotiva, alrededor de uno de los grandes símbolos del Valle de El Golfo, Joapira y su campanario; rosa y plata en la capa, tonos pastel en la vestimenta, lució la Madre Amada.
Mucha ilusión en el baile y en el toque, destellos de que el acervo cultural se trabaja seriamente en estas tierras y que algunos La Bajada que viene, pisaran La Cumbre.
La tarde es para la procesión larga, la Madre Amada camina hacia El Lunchón para bajar a Las Lapas, parada en la Plaza de La Cruz, pequeños callejones recuerdan la trama urbana de cuando se mudaban las familias a El Golfo, la viña y los lagares, uno de los motivos de la muda
Camina la Patrona hacia El Centro neurálgico, hacia Tigaday, recorrido por Las Toscas, bajada a Cruz Alta, saludos a los mayores que se “asoman” para contemplar el paso de la Virgen de los Reyes, instantes cargados de emoción, de lágrimas, de vivas a la Madre Amada.
Para la Patrona en Tigaday, momento para continuar con las loas, para estar cerca, tocar el manto, para una foto, es La Bajada del smartphone y las redes sociales, de miles de imágenes y videos dando a conocer todo lo que ocurre en torno a Los Reyes.
Finalizó la jornada en La Candelaria con la noche entrada en El Golfo, en la mente, la despedida, antes la dura subida a Jinama, tan dura como satisfactoria, y es que El Golfo se despide allí donde comienza, donde nuestros mayores rezaban a La Caridad para emprender el camino.
Recibieron las medianías de El Hierro a La Patrona con la bruma rociada, empapando los campos, refrescando unas temperaturas que en estas fechas, y en esos lares, son duras cuando el calor aprieta, San Andrés continúa con el agasajo a la Madre Amada.