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El reloj de la Concepción anunciaba las cero horas del 7 de julio justo en el momento en que la Madre Amada era sentada en el Altar Mayor, ¡Viva la Virgen, Viva! resonó en el templo entre orgullo y satisfacción, no por ser la LXVIII Bajada, dejaba de ser un momento grande para culminar un Día Grande.

Dieciocho horas de Camino, 7 rayas y miles de personas al pie de la Virgen para acompañarla en su recorrido hasta la Villa de Valverde, pero sobre todo mucha emoción en una Bajada en que destacó el gran números de mujeres en los grupos de bailarines.