Entraron los últimos bailarines, la cola de Sabinosa, los tocadores abandonaron la Ermita y en La Dehesa se empezó a escuchar solo el intenso viento que bajaba con la bruma de El Cres, La Bajada había terminado, una vez más El Hierro había cumplido con su herencia, una vez más en el horizonte colectivo aparecía una nueva Bajada, porque cuando una termina, solo queda esperar por la próxima, siempre con ese pensamiento, “si la Madre Amada nos ayuda, aquí estaremos”.
La Subida había comenzado 14 horas antes en Valverde con la venia de sus bailarines, que después de la Eucaristía completarían el tramo de subida hasta Tejegüete, parada en las Cuevas de Lemus y Tiñor, en unas horas de mañana marcadas por el viento y la niebla que no abandono la comitiva hasta la llegada al Jorado.
El Norte, con San Pedro, relevó a Valverde y San Isidro para caminar por la Albarrada hacia las Cuatro Esquinas donde esperaba San Andrés y la parada de desayuno a las puertas de Nisdafe. Se despidió El Norte y la Patrona continúo su camino ascendiendo por el polvoriento Jorado ya con San José e Isora después del encuentro en la Cruz del Niño.
Las horas centrales del día dejaron atrás la niebla y el viento augurando que hasta bien entrada la tarde sería el calor el que marcaría el paso, y ya cuando El Pinar, acompañado por Sabinosa, recogieron en La Mareta, las prendas de abrigo hacia tiempo que ya habían desaparecido de entre las miles de personas que acompañaban a la Madre Amada por el centro de El Hierro.
En La Llanía llegó el turno de El Golfo que asomado a Dos Hermanas caminaba hacia su entrega en El Cepón, donde nuevamente esperaban El Pinar y Sabinosa para sentar la imagen en la Cruz de Los Reyes.
Breve pausa para el almuerzo debido al retraso acumulado y nuevamente al camino para atravesar Binto. Se despidió San Antón a los pies de Malpaso, trasladando la responsabilidad a San Simón.
En las llanos sobre El Julan se apreciaba que eran varias las miles de personas que terminarían la jornada en la Ermita, y que el grupo de bailarines liderado por Sabinosa era numeroso y con representantes de todos los pueblos.
El descanso en la Cruz de los Humilladeros dejó sentir el primer aire fresco desde la subida de Tiñor, la geografía herreña en ese punto vuelve a sentir el Alisio, y la bajada de El Cres se apaciguaría el calor con la bruma rociada que comenzó a acompañar la comitiva, y que por momentos encontró rachas de viento de consideración, sobre todo cuando en la Piedra de Los Regidores volvía la Madre Amada a sus custodios.
Las lágrimas de emoción comenzaron a marcar los rostros cansados y emocionados de muchos bailarines, tocadores y de aquellos que esperaban para vivir el último suspiro de esta LXVIII Bajada.
Entraban los guíos de Sabinosa y la Madre Amada giraba a los cuatro puntos cardinales en la puerta de su Ermita, una última sentada, un último baile ante la Patrona, y el pito de Sabinosa marcaba silencio, La Bajada había terminado.
Los herreños han vuelto a cumplir con satisfacción con El Voto, mientras en el horizonte se dibuja “el año que viene”, la LXIX Bajada, la de 2017, la que comienza el sábado 1 de julio, desde ese instante señalada en el calendario vital de El Hierro.